Desde la larga toma medida en horas que realizó Nicéphore Niépce durante el año 1826 hasta algunas fotografías excesivamente retocadas de combates en el Líbano es indudable que hay un cambio en nuestra forma de hacer y mirar fotografías.
Lo que vas a leer es una reflexión propia con la que trato de explicar cómo cambia la forma de hacer y mirar fotografías en los casi dos siglos desde que existe la fotografía.
La calidad técnica de las fotografías impresas en medios de comunicación de hace tan sólo una década atrás es hoy prácticamente inaceptable para los ojos contemporáneos. Nuestro nivel de exigencia visual se ha elevado y agudizado junto con el desarrollo tecnológico a pesar de que existen unos pocos hechos paradójicamente opuestos en medio de este escenario.
Roger Fenton es el ejemplo clásico de que la fotografía periodística o de reportaje y la manipulación de la información son dos caminos que muy fácilmente pueden llegar a confundirse y provocar perdida de objetividad y veracidad en la transmisión de la información. Él con un voluminoso equipo, que debía ser acarreado en un carromato, fotografía la guerra de Crimea en 1855 y a “instancias” del príncipe Alberto no muestra los heridos, muertos y destrucción propias de sus cruentas batallas, así el campo de batalla se muestra casi con las características propias del bucólico paisaje en la campiña inglesa.
Esta omisión en el momento de la toma fotográfica es tan sola la primera situación culposa en una larga lista en la que además encontramos acusaciones (fundadas o no) de plagio, manipulación, montaje, alteración de la realidad y subjetividad manifiesta.
Para citar tan sólo algunos ejemplos se puede enumerar algunas fotografías clásicas como: la muerte del miliciano republicano en la guerra civil española, de Robert Capa, fundador de la Agencia Magnum; el beso en París de Robert Doisneau; la bandera izada por los marines en el Monte Suribachi durante la batalla de Iwo Jima del reportero Joe Rosenthal de Agencia AP y que además ganó el premio Pulitzer de fotografía el año 1945, en fin la lista es bastante más larga, pintoresca e ilustrativa.
De esta forma la fotografía renuncia irrevocablemente a su capacidad de mostrar en forma objetiva la realidad y pasa a ser un medio tan discutible como lo fue en su época el grabado e ilustración.
Quizá sea por todo esto el que junto con el desarrollo del concepto de web 3.0 y el acceso más democrático a los medios alternativos de comunicación que el uso de cámaras incorporadas en teléfonos móviles sea prácticamente una nueva herramienta para captar y mostrar la realidad, ahora, con ojos fisgones entrando en lugares públicos y privados sin respetar ni preocuparse de la vida privada ni mucho menos de la dignidad de las personas. La manipulación digital es algo más simple de lo que fue en su tiempo retocar toda fotografía y reimprimir diarios en los que desaparecían personas que habían caído en desgracia dentro del “Polit Bureau” Soviético.
La forma de hacer y mirar fotografías cambia, tal como el equipo del reportero a cambiado, junto a sus cámaras viaja con un teléfono satelital o incluso un móvil con acceso que usa como modem para conectar su computador portátil y así enviar las imágenes por correo electrónico a la oficina del editor fotográfico.
Con tan potentes herramientas, literalmente al alcance de la mano, la tentación de querer mostrar una realidad más cruda o dramática es fuerte llegando a ejemplos como los de un ex fotógrafo de Reuters que según la declaración de dicha agencia “se excedió levemente en la corrección y optimización de la imagen” en sus fotografías de El Líbano.
El público comienza a perder la confianza en lo que ve y esto es algo grave ya que se pone en tela de juicio todo lo que los medios nos muestran e incluso hay quienes pueden pensar con toda justificación que esto no sea más que una maniobra para ocultarnos la verdadera realidad (al más puro estilo de The Matrix).
Hay algunos ejemplos que sin embargo sirven como atenuantes como es el caso de que las únicas imágenes de los atentados con bombas en el metro de Londres fueron obtenidas con las cámaras de teléfonos móviles y que muchos delitos se han podido resolver gracias a discretos registros fotográficos.
Incluso, yo he preferido el uso de un teléfono móvil para fotografiar en forma muy discreta el desastroso segundo día del sistema de locomoción pública Transantiago en la capital Chilena hace muchos años atrás. La calidad de cada imagen es baja, pero a nadie le molesta ver a una persona apuntando un cotidiano teléfono en la muchedumbre y así de paso homenajeo con mi gesto técnico a precursores del reportaje como Erich Salomon y Paul Martin que hicieron de la fotografía un verdadero arte de la discreción.
Una herramienta de comunicación como la fotografía no es en si ni buena ni mala (tal como es el caso de la energía atómica), ya que todo depende del uso y alcance que se le pueda dar. Este tema es una invitación a la reflexión sobre que tipo de fotografía es la que deseamos hacer y mirar desde ahora al futuro, en nuestras manos está la posibilidad de escribir la historia con veracidad y objetividad, sin sesgo ni parcialidad.
Nuestra forma de hacer y mirar fotografías cambia día a día y esta es una realidad que llegó para quedarse, y con esto claro es que puedes aprovechar los recursos tecnológicos y las nuevas dinámicas de difusión disponibles para tu obra fotográfica.
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