La proporción áurea es uno de los conceptos más intensos y discutidos al momento de componer nuestras fotografías.
A Pitágoras se le conoce por su concepción aritmética y geométrica del universo, pero es muy poco lo que se conoce de el porqué además formó una sociedad secreta conocida como “los Pitagóricos”.
Lo interesante de las matemáticas que se aplican al arte es que son sencillas y amigables, ya que se apoyan en elementos naturales muy fáciles de reconocer. No pretendo cambiar tu manera de pensar frente a estas, pero si lees hasta el final te darás cuenta de que fue algo más simple de lo que te parecía al comienzo.
Si bien se desconoce mucho sobre Pitágoras se le atribuye el haber reconocido la proporción del rectángulo áureo (el alto está comprendido una y media veces en el ancho), y quizás esto probablemente surgió de una caminata por la playa al observar una concha de Nautilus o una estrella de mar.
Antes de continuar con este tema es necesario recordarte que el éxito que pueda tener una fotografía no depende de manera exclusiva del esquema compositivo que se use en ella, es necesario trabajar de forma complementaria en el mensaje, técnica, temática e intencionalidad del autor. Compone tus fotografías con el corazón, no con la razón.
Es fácil y cotidiano
Si miramos a nuestro alrededor son bastantes los ejemplos que podemos encontrar en los que el rectángulo se impone con simpleza y soltura, como es el caso de los naipes de una baraja, las banderas nacionales, las tarjetas de crédito y nuestro documento de identificación.
El rectángulo, además, se encuentra presente en el formato de muchas cámaras fotográficas.
La división de este rectángulo en tercios da lugar a una grilla que ayuda en la ubicación de puntos fuertes que organizan la imagen dotándola de gran fuerza y dinamismo.
El uso de la proporción áurea te permite introducir asimetría en la imagen sin llegar a perder unidad y equilibrio.
División del espacio
Si la división del rectángulo se realiza de forma exacta nos encontraremos con la forma más sencilla de establecer los puntos fuertes en la imagen, en cualquiera de las intersecciones podemos colocar el elemento que sea clave en la imagen, pero esta división exacta puede provocar que la imagen se perciba muy rígida y quizás sin vida.
La solución a esto consiste en utilizar una división dinámica de los espacios, de tal manera que cualquiera de los rectángulos más pequeños (ubicado en las esquinas) que se observan en el ejemplo, al ser multiplicado por 1,5 de lugar al que lo sigue en tamaño y se ubica al centro de la imagen.
Frente a la división exacta ofrece un ligero cambio que le otorga una notable flexibilidad e innovación.
Es importante recordar que basta con un solo elemento ubicado en un punto fuerte para que la imagen tenga un gran potencial, pero si comenzamos a colocar elementos en todos los puntos fuertes se distraerá la atención del observador y el efecto se perderá. Menos es más.
En el paisaje
Si dividimos en tres partes (dinámicas o estrictas) el alto de la imagen, se puede obtener una fotografía mucho más intensa al asignarle dos tercios a lo que nos interese destacar de esta.
Una reflexión
El uso de la regla de los tercios y la proporción áurea vuelve sencilla la tarea de distribuir espacialmente los elementos que componen una imagen y es aquí donde comienza la verdadera labor del fotógrafo: reconocer los diferentes elementos visuales, escoger equipo y punto de vista, abertura y tiempo de obturación para obtener el resultado deseado, que no es otro que una imagen de gran impacto visual.
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